El lugar donde se ubica The Paper Club, la nueva sala de conciertos de Las Palmas de Gran Canaria, en el número 10 de la calle Remedios del barrio de Triana, tiene mucha historia. Está acreditado que la casa de dos plantas donde se localiza es mucho más antigua del año que señalan oficialmente sus escrituras, 1906. Y, también, que la primera vez que temblaron sus paredes fue con el infernal traqueteo de la rotativa de un periódico, el Diario de Las Palmas. Aquella máquina ocupaba poco espacio y por eso la casa era también ebanistería y tienda de muebles. Muchas décadas después el lugar comenzó a dedicarse al negocio de la noche y fue una de las salas emblemáticas de los 90, Floridita, la primera franquicia fuera de Cuba de la cuna del daiquiri habanera. De aquel local conserva lo mejor, el amplio patio con vegetación tropical entre altísimos muros de piedra regados de plantas trepadoras. Un paraíso con barra de copas y sofás de polietileno iluminados con led azules en su interior.
Una sala de conciertos capaz de acoger conciertos internacionales es más que un sueño para muchos habitantes de esta ciudad que en tiempos fue tan soleada de noche como de día. A Las Palmas el embrujo del rock llegó con el turismo en los años sesenta, embarcado en vuelos chárter desde Alemania e Inglaterra. Desaparecidos o venidos a menos locales emblemáticos en las últimas décadas, la oferta de directos se había reactivado en los últimos tiempos en la zona de la Cícer de Las Canteras, la más al sur de la playa. Una atractiva ruta al aire libre que comienza todos los sábados a las cinco de la tarde en La Guarida (paseo de las Canteras, 77), para continuar a las siete enNYC Taxi (Numancia, 49) y a las nueve de la noche en Tiramisú (Lepanto, 29). Termina bajo techo al filo de la medianoche en dos locales de la plaza de la Música,Nasdaq y Mojo Club, junto al auditorio Alfredo Kraus. Pero son recintos limitados a conciertos de pequeño formato para conjuntos locales.
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